La primera novela escrita en lunfardo

Imagen tomada de: https://www.telam.com.ar/notas/201507/112364-la-muerte-del-pibe-oscar-primera-novela-lunfarda.html

Luis C. Villamayor (2016). La muerte del Pibe Oscar (célebre escrushiante).Buenos Aires: Unipe: Editorial Universitaria.

José Ignacio Henao Salazar[1]

Luz Stella Castañeda

Luis Contreras Villamayor, autor de la novela que estamos reseñando, llegó a ser teniente del Cuerpo de Guardacárceles en  Argentina, quien en su recorrido por los centros carcelarios se interesó por la situación de los detenidos y por el argot que utilizaban en sus procesos de comunicación, tanto que en 1915 publicó El lenguaje del bajo fondo, un vocabulario lunfardo; así mismo, colaboraba sobre temas policíacos en medios escritos, como la revista Sherlock Holmes, en la cual publicó, en forma de folletín,  entre 1913 y 1915, los primeros capítulos de la novela La muerte del Pibe Oscar (célebre escrushiante) (ladrón que actúa violando los accesos al lugar del robo sin reparar en los métodos), publicada hacia 1926, la cual se considera la primera novela lunfarda, por cuanto está escrita con una presencia significativa de este argot argentino, por lo mismo, para entenderla, es fundamental leer la introducción, las notas de pie de página y el glosario elaborado por Oscar Conde, quien más que el editor e investigador que la rescató del olvido, se convierte en coautor, pues sin sus aportes, sería imposible o muy complicado comprenderla para un hablante no familiarizado con el lunfardo.

Conde, profesor de la Universidad de Lanús, autor de El diccionario etimológico del lunfardo (2004) y de El lunfardo (2011), además miembro de la Academia del Lunfardo, había oído a José Gobello hablar reiteradamente de la obra, pero no le había prestado mayor atención, embebido en sus propios trabajos. Sin embargo, en 2011, cuando leyó unas treinta líneas de esa legendaria obra, comprendió su importancia lingüística y literaria, lo mismo que su valor histórico y sociológico (2015) y comenzó una especie de aventura para conseguirla. Sabía por referencias de la existencia de dos ejemplares: uno citado por Luis Soler Cañas y el otro en manos de José Gobello; sin embargo, como el primero había fallecido, nadie dio cuenta del libro, y el segundo afirmó haberlo perdido.

Conde, en la Apasionante pesquisa de una novela perdida, artículo escrito para el diario La Nación (29 de mayo de 2015), narra la manera casual como encontraron el libro: “Había pasado casi un año desde el inicio de mi pesquisa. Me decidí a llamar a Gobello, que ya estaba enfermo y no se levantaba de la cama, y le dije con dramatismo: «Búsquelo bien, José. Si usted no lo encuentra, La muerte del Pibe Oscar se perdió para siempre». Al otro día me llamó para contarme que su hijo lo había encontrado caído detrás de otros libros en uno de los estantes de su biblioteca, y que podía pasarlo a buscar por su casa”.

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[1] Querido Nacho: acabo de leer tu reseña y es excelente. Una pena que no haya podido publicarse en su momento. Oscar Conde.

Al leerlo, agrega en su artículo: “¿Con qué me encontré esa misma tarde? Con una novela vertiginosa que narraba -más que la muerte- la vida de un «lunfardo» llamado Oscar Gache en la primera década del siglo pasado en Buenos Aires”. Y trae una síntesis de la vida del personaje:

Una vida signada por el hurto de dos quesos en un almacén, que a los once años lo llevó al Correccional de Menores por seis meses. Seis meses que, por «mala conducta», se extendieron -con un infierno de maltratos, vejaciones y abandono- a ocho años, cuando el Pibe Oscar salió de allí convertido en un perfecto delincuente. A partir de entonces, se cuenta cómo este temible joven accede al liderazgo y al respeto de sus colegas. Hay persecuciones por tejados, romance, secuencias de robos, fugas carcelarias, asesinatos, y hasta un duelo a cuchillo en medio de una rutina de tango en una romería de Villa Santa Rita.

En este resumen falta el final del protagonista, quien no murió como un héroe popular, de acuerdo con su trayectoria criminal, propia de individuos de su calaña, sino que pasó a mejor vida de una manera absurda. Como estaba en la cárcel y tan vigilado por las constantes fugas, ideó un plan para huir del penal, y, para burlar a las autoridades, decidió tomar, según sus cálculos, una dosis no letal de veneno, de tal manera que los guardianes se vieran obligados a llevarlo a un hospital, donde estarían sus cómplices para rescatarlo. La primera parte sucedió tal como estaba planeada, pero la segunda: el rescate, no fue necesario, por cuanto su cuerpo no resistió la dosis y murió.

En cuanto a la edición organizada por Conde, esta tiene la siguiente estructura: de la página 13 hasta la 56 presenta la introducción; en las páginas 45 y 46 recoge una bibliografía de las obras publicadas por Villamayor; de la 46 a la 53 realiza un estudio preliminar y especifica la bibliografía en que se basa para escribir las notas; en las 55 y 56 hace precisiones sobre la edición y los criterios para realizarla; de la 57 a la 273 está la novela y de la 274 a la 314 anexa un glosario de lunfardismos y argentinismos, para ser consultados por los lectores si han olvidado el significado escrito en las notas de pie de página; al final, trae un apéndice que contiene otros escritos de Villamayor (317-362) y facsímiles e imágenes complementarias (363 y 372).

Para Conde, la obra: “Es un texto de enorme importancia documental no solamente para la historia del lunfardo y la literatura lunfardesca sino también para la historia de la literatura argentina” (p. 13). Sin embargo, enfatiza sobre el desconocimiento casi total de la obra por los especialistas, tal vez debido al incendio de los talleres de la editorial que publicó la novela, de la cual sobrevivieron pocos ejemplares. Por ello, después de leer la obra, decidió reeditarla, estudiarla y hacer las notas pertinentes. Y así, tanto Luis C. Villamayor como el Pibe Oscar tuvieron una segunda oportunidad.

Si bien el texto describe los modos de operar de la delincuencia urbana de Buenos Aires y otros lugares, la intención explícita y a veces implícita de Villamayor es cuestionar el contexto sociocultural responsable del surgimiento de los delincuentes. De acuerdo con Conde: “La falta de una contención social adecuada para los jóvenes que, desorientados y desatendidos, comienzan a delinquir” (p. 17); así mismo, para él, la novela posee un fin pedagógico: “Procura entretener al mismo tiempo que se alecciona no solamente sobre las modalidades delictivas o la jerga que usan los criminales, sino también sobre las problemáticas sociales que subyacen a la delincuencia” (p. 18); “A la vez funciona como una puesta en escena de ese catálogo de voces y expresiones del habla popular rioplatense de la época” (p. 19).

Contreras Villamayor comienza así el relato: “Vamos a dar algunos datos biográficos de cierto lunfardo bonaerense, quien por sus hazañas de malviviente audaz, atrevido y guapo, consiguió desde muy joven hacerse célebre” (p. 63). Los datos se los dio al escritor el mismo personaje, quince días antes de huir de la prisión en una de tantas fugas (espiantuje en lunfardo), quien, desde muy joven, se destacó entre los miembros de los niños callejeros, que lo querían, temían y respetaban como taita (duro en parlache) y el más bacán (adinerado en lunfardo) (p. 67).

Por lo mismo, los dos siguientes fragmentos representan lo esencial de la obra: “En la correccional de menores me hice malo, un sinvergüenza, el más perfecto “cara-dura” de toda la muchachada” (p. 81). “Aprendió también los más primordial y tan necesario a todo “lunfardo”, esto es, el vocabulario genuino, único y característico del bajo fondo de la gran capital del sud, lenguaje imprescindible, tan útil y eficaz en todas las actividades de la “davi” (p. 94).

Para Conde (2017), un buscador incansable de textos antiguos, Oscar Gache existió en la vida real, pues en la revista Relámpago de 1911, dos años antes de aparecer la primera versión de la historia escrita por C. Villamayor, figura el poema “Descansa en paz”, y en su primera estrofa dice:

Muerto, tú el fiel compañero,

del desdichado, tú has sido

protector del desvalido,

siempre leal y sincero;

te quedabas sin dinero

por proteger los demás,

pero la Parca tenaz

te arrebató en un segundo,

llevándote de este mundo.

Oscar Gache, duerme en paz.

Nuestro interés por el lunfardo surgió a raíz de la investigación sobre el parlache, variedad del español colombiano con una marcada influencia de esta variedad argótica, tanto en el léxico como en los procesos lexicológicos para formar palabras y expresiones. En un viaje a Buenos Aires tuvimos la fortuna de hablar con José Gobello, fundador de la Academia de Lunfardo e investigador destacado, quien nos facilitó una bibliografía pertinente sobre el tema. Unos años más tarde, coincidimos con Oscar Conde en varios eventos sobre argot. De ahí el valor que tiene para nosotros la novela sobre el Pibe Oscar, la cual guarda semejanza con las historias recogidas en las investigaciones sobre el parlache, en las cuales los jóvenes relatan historias parecidas a la del Pibe Oscar, con un lenguaje similar.

Por eso, la dificultad para entender el lenguaje del Pibe, común a la delincuencia y a muchos habitantes de Buenos Aires, tiene semejanza con la dificultad que tienen los lectores de novelas como Rosario Tijeras y La virgen de los sicarios o la de los espectadores de las películas de Víctor Gaviria. Por lo mismo, Conde, previendo las dificultades para un lector descontextualizado, aclara: “Esa es la razón para el doble andamiaje pensado para esta edición: por un lado, las notas al pie, mayoritariamente de carácter lexicográfico, y, por otro, el glosario final” (p. 29-30).

Lo anterior se demuestra al leer en el siguiente fragmento:

Con estos “bataraces” cómprele “marroco” a sus queridos “purrétitos”, no me tenga miedo, le juro que me duele ver estos cuadros de dolorosa amargura, ahí le dejo a Vd todo mi “vento”, pero como esta cantidad es una “mistonguería”, tome esto  que le servirá para vivir un par de meses de mejor forma y podrá aliviar la situación de sus marido; y el “Pibe Oscar” se sacó del “dengue pichivirro” un “zarzo” con “luciérnaga” (anillo con un brillante solitario), que hacía como tres meses le había regalado una mujer “de la vida” que por él se interesaba, cuyo valor estaba calculado en tres mil “mangos” (p. 144). Cuya versión en español estándar sería:

Con estos pesos cómprele pan a sus queridos hijos, no me tenga miedo, le juro que me duele ver estos cuadros de dolorosa amargura, ahí le dejo a usted todo mi dinero, pero como esta cantidad es una miseria, tome esto que le servirá para vivir un par de meses de mejor forma y podrá aliviar la situación de sus marido; y el “Pibe Oscar” se sacó del dedo meñique un anillo con una piedra preciosa, que hacía como tres meses le había regalado una prostituta que por él se interesaba, cuyo valor estaba calculado en tres mil pesos (versión nuestra).

En parlache sería así: Con estas lucas cómprele melona a sus pintas, no le dé visaje, pues soy un bacán, que no quiere ver la tristeza. Ahí le dejo todo mi billete, pero como es una pichurria, también le dejo esta bamba, que le servirá para vivir un par de meses en forma elegante y también podrá mejorar la situación de su puyón; y el Pibe Oscar sacó del dedo meñique un anillo con una piedra preciosa, que hacía como tres meses le había regalado una fufurufa que por él se interesaba, cuyo valor estaba calculado en tres lucas.

A nuestro modo de ver, la obra tiene más valor documental que literario, porque el narrador no deja fluir la historia para que el lector saque las conclusiones, realice las inferencias de acuerdo con su visión del mundo y sus conocimientos previos, sino que está moralizando a través de todo el texto, muchas veces de manera reiterativa, haciendo monótona la lectura. Así mismo, Conde (como coautor), en la edición, si bien respetó los errores tipográficos y de sintaxis, introduce en la escritura una serie de correcciones formales de puntuación, de ortografía, eliminando las tildes no correspondientes y agregando las faltantes. En cuanto a las notas lexicográficas, las inserta cuando una palabra, que requiere explicación, es usada por primera vez, o cuando tiene una acepción distinta. No obstante, hubiéramos preferido leer la obra tal como fue escrita, respetando el original, haciendo las observaciones pertinentes. Cuando María Mercedes Jaramillo (2000) nos solicitó una muestra de las historias escritas por jóvenes de Medellín para incluirlas en la compilación de textos sobre la narrativa colombiana siglo XX, al preguntarle si le corregíamos la ortografía, nos recomendó dejarlas tal como fueron escritas. Así figuran en Castañeda y Henao (2000). Esas historias fueron escritas, con un uso reiterado de parlache, por jóvenes estudiantes de bachillerato de la ciudad de Medellín, y en ellas reflejaron, con su lenguaje peculiar y sus problemas formales en el manejo de la lengua, el ambiente violento, marginal y delictivo de los barrios populares, cuya semejanza con las aventuras del Pibe Oscar es evidente.

Por todo lo anterior, consideramos de mucha importancia para los investigadores de argots y para los estudiosos de la literatura latinoamericana la obra que reseñamos, por cuanto es un antecedente de las obras relacionadas con la delincuencia, especialmente con el narcotráfico, tan significativas en la narrativa actual, y en películas y en seriados de televisión, con una fuerte presencia de los lenguajes marginales.

Castañeda, Luz Stella. y Henao, José Ignacio (2000). El parlache: historias de ciudad. En María Mercedes Jaramillo, B. Osorio y Á. Robledo (Comps.), Literatura y cultura. Narrativa colombiana del siglo XX. Vol. III (pp. 509-542). Bogotá, Colombia: Ministerio de Cultura.

Conde, Oscar (2015). Apasionante pesquisa de una novela perdida. Recuperada de  https://www.lanacion.com.ar/1796709-apasionante-pesquisa-de-una-novela-perdida.

Conde, Oscar (2017). Literatura Lunfardesca: La necesidad de recuperarla e integrarla a la enseñanza. Gramma, Año XXVIII, 59. Recuperado de file:///Users/ignaciohenao/Downloads/Dialnet-LiteraturaLunfardesca-6522010.pdf

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