Una danta en la fundación de Pensilvania

Sobre la fundación de Pensilvania y el papel de nuestro bisabuelo Manuel Antonio Jaramillo, en la familia hay la siguiente versión: como el hombre era un cazador empedernido, quien podía perseguir una presa durante varios días, en una de sus faenas de caza, detrás de las huellas de una danta (tapir), divisó, desde la cima de la Cordillera Central, el río Magdalena y parte del camino entre Salamina y Honda, en terrenos de la actual Pensilvania o Manzanares, por donde pasaban después de cruzar por Pácora, Aguadas, Sonsón, Nariño, Florencia y zonas aledañas, cuando viajaban por mercancías que cargaban a la espalda, en un viaje de muchos días. Al otear el horizonte, descubrió la posibilidad de hacer el viaje en menos de la mitad del tiempo utilizado en el recorrido tradicional, y les propuso a sus compañeros de viaje explorar el nuevo sendero.

Así, en el siguiente viaje, se fueron por la nueva ruta, pero los compañeros, sintiéndose perdidos, se devolvieron. Manuel Antonio, algo testarudo como sus descendientes, y convencido de que la nueva vía era más corta, siguió adelante. Fue tal la disminución del tiempo, que mientras él hizo dos viajes a Honda, sus compañeros no habían terminado ni uno. Y al poco tiempo, con Isidro Mejía, como la nueva ruta cruzaba por los terrenos donde hoy está localizada la cabecera municipal Pensilvania, vieron la posibilidad de fundar un pueblo, y emprendieron su creación.

Al observar el mapa de Caldas en los límites con Antioquia y Tolima, se observa con claridad la precisión de Manuel Antonio, cuya habilidad para moverse por entre las montañas le permitió proyectar un recorrido más corto y disminuir en más de la mitad el tiempo utilizado. Además, el de ser cofundador de Pensilvania.

Nota: A Manuel Antonio Jaramillo le otorgaban la fama, hoy antiecológica, de haber cazado la última danta que había en Pensilvania.

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